Pensemos el paisaje como un teatro, uno en el que el canto de las aves, el movimiento de las plantas y el andar de los animales, constituye la teatralidad para quienes ejercemos el papel de espectadores. ¿De qué nos habla el paisaje? y ¿qué pasaría si aprendiéramos a observar con otros registros?.
Teatros del paisaje es un proyecto que se pregunta por el tipo de teatralidad de los territorios que habitamos, apelando por una ética de la mirada en la que el teatro no impone un sentido, en la que la teatralidad opera como un encuentro entre los sentidos, para convocar nuevos significados, es decir para constituir una ecología de significaciones. Es a partir de una serie de artilugios creados en colaboración con distintas comunidades humanas y más que humanas de los lugares explorados, que se componen topoficciones, paisajes que nos permiten experienciar en territorio con cuidado y detalle. Con ellos el proyecto busca generar formatos híbridos entre la ciencia, el activismo y las artes, que posibiliten acercamientos detonadores de extrañeza, sorpresa y curiosidad para imaginar otras estrategias de preservación y promoción de nuestro patrimonio medioambiental.
La primera entrega del proyecto es un acercamiento a Cuatrociénegas, donde el proyecto tomó la forma de una obra de docuficción que convoca entidades del valle, un lugar en el que actualmente están desapareciendo una gran cantidad de especies endémicas que son únicas en el mundo y que han evolucionado para subsistir en un ambiente que mantiene las mismas condiciones que hace 200 millones de años, y en donde la desecación sigue asediando a la mayoría de los manantiales, ríos y estanques que en los últimos años han experimentado drásticas reducciones en sus caudales.
Esta web es un fragmento del panorama que construimos a lo largo de una investigación de casi un año, es este lugar encontrarás un paisaje de este desierto, una topoficción que a partir de la suma de objetos, cuerpos y sonidos recolectados en los viajes realizados para la investigación del proyecto articula una historia contada desde el futuro, desde los miedos que despertaron al ver el presente, desde la sensación de que algo está a punto de desaparecer, porque estas sensaciones que atraviesan nuestros cuerpos al tocar la luz, el agua, el viento, nos traen desde la montaña algo así como una premonición, una pregunta ¿por qué encontramos agua en este lugar, cuál es su origen y cuál es su porvenir?
Un desierto no está vacío, mucho menos muerto. Pensar así implica no tener la voluntad de entender a la vida que contiene.
Del desierto surge riqueza morfológica. Cada planta y cada animal encuentra diferentes formas de solventar los problemas de la falta de agua y de la exposición al sol. Las plantas no pueden moverse para ponerse a resguardo, así que adoptan formas que las ayudan a sobrevivir. Algunas desarrollan espinas o lanas que las cubren y las aíslan, protegiéndolas del calor y el frío excesivos. Otras tienen hojas muy pequeñas para reducir la superficie de su cuerpo que recibirá la luz del sol, u hojas que crecen verticales, como las del nopal, a las que el sol entonces toca más cuando está bajo, cuando está saliendo o poniéndose, que es cuando sus rayos son menos agresivos.
El desierto agudiza el ingenio, quien no sea capaz de entenderlo podrá encontrar soluciones a los problemas inmediatos, pero, para sobrevivir a largo plazo, para perdurar, el desierto exige flexibilidad e inteligencia.
Wendell Minckley fue uno de los primeros naturalistas en reconocer y estudiar la diversidad de la fauna de Cuatrociénegas, y quien a más criaturas endémicas del valle consiguió localizar y clasificar.
En 1958 Minckley se cruzó con un caparazón de tortuga que pertenecía a una especie que él no conocía. El caparazón tenía restos de algas, pero venía del desierto. La persona que lo había recogido le explicó que pertenecía a un Tortuga de Caja Acuática lo que, hasta donde Minckley sabía, era imposible: Las Tortugas de Caja son exclusivamente terrestres. Esto fue lo que trajo/llevó al biólogo a Cuatrociénegas. La Terraplene Coahuilaes la única de las Tortugas de Caja del mundo que ha evolucionado para vivir en el agua. Esa evolución sucedió aquí/allí, esta tortuga sólo existe en este/ese lugar.
El resto de su vida Minckley lo pasó estudiando a los animales acuáticos de Cuatrociénegas, durante cuarenta años participó en el descubrimiento de más de setenta especies de animales de los que la ciencia nunca había oído hablar, porque estaban ocultos en este/ese valle.
Desde 1960 hasta hoy la superficie del Valle de Cuatrociénegas dedicada al cultivo con riego se multiplicó por tres debido a la construcción de canales que extraen el agua de las pozas y a la apertura de pozos para riego, en la mayoría de los casos ilegales.
En la actualidad los principales canales que se alimentan de este valle son nueve. Juntos extraen casi 3200 litros de agua por segundo. Estos canales están no solo mal diseñados, sino también en mal estado. Lo que hace que se pierda, por filtración o por evaporación, más de la tercera parte del agua que se saca del valle.
El sistema de distribución también es defectuoso: solo un poco más de la mitad del agua que se entrega en los puntos de control llega a las tomas de las parcelas, el resto se pierde.
Por último, del agua que sí llega a las parcelas, solamente se aprovecha el 53%, el resto se desperdicia.
Antes de 1960 los cultivos más expandidos en esta zona eran el maíz y el trigo, después de esta fecha el cultivo más extendido es la alfalfa, que consume tres veces más agua que el maíz. La aparición de la alfalfa en el valle se debe a los cambios en los métodos de riego y, sobre todo, a la llegada de grandes compañías lecheras que se adueñaron de miles de hectáreas que antes pertenecían a ejidatarios.
El 93 % de la superficie regada de Cuatrociénegas está destinada a cultivos de forrajes, que sirven para alimentar al ganado de la industria lechera.
Estos productos están entre los menos rentables del mercado, por cada hectárea cultivada de alfalfa se obtiene una ganancia de poco más de 3 pesos. Mientras que la nuez, que también se cría en el valle, con mucho menos requerimiento de agua, genera más de dieciocho pesos por hectárea.
En promedio, por cada metro cuadrado de agua que se extrae del valle, se obtiene una ganancia de 13 centavos.
Durante los años que había pasado investigando la zona, el doctor Minckley había llegado a la conclusión de que el agua de Cuatrociénegas pertenecía a un mar antiguo. Que era agua que había quedado depositada aquí cuando se formaron las montañas que rodean el valle, pero no podía probarlo porque la tecnología que necesitaba para esto no se había desarrollado todavía. En 2002 el equipo de la bióloga Valeria Souza consiguió demostrar que las criaturas que habitan las pozas de Cuatrociénegas no son originarias de agua dulce, sino parientes directos de criaturas marinas que evolucionaron para vivir en estas aguas que ya no son del mar. Minckley había muerto en el 2001, seguro de su teoría, pero sin llegar a verla comprobada.
Hace algunos días Claudia Luna y yo decidimos visitar cuatro Ciénegas para recopilar elementos del territorio, durante el viaje nos reencontramos con el paisaje del valle de cuatrociénegas, para salir al campo Juan Carlos le pidió a su compañero Fernando que nos acompañara, en el trayecto él nos contó sobre su vida en el pueblo, sobre sus estudios y sobre el trabajo que ha hecho junto a la CONANP. Claudia le pregunto ¿si tú pudieras solucionar el problema de cuatrociénegas, qué harías? Fernando nos habló de proyectos de restauración en colaboración con los ejidatarios, de trabajo colaborativo, del bien común, pero sobre todo nos habló de la necesidad de repartir el agua justamente.
¿Quién tiene derecho al agua?
Fernando es muy consciente de que no sólo los ejidatarios tienen derecho al uso del agua, el valle mismo es sujeto de derecho, según Fernando las tortugas, las plantas y los estromatolitos también tienen derecho al líquido vital.
¿Quién se queda con el agua y para qué?
Durante el trayecto mientras nos zangoloteavamos en la camioneta Fernando nos habló de las transnacionales que habitan a las arribas del valle, ellas succionan el agua que la montaña genera con su respiración, los Lagos se desecaron, los cuerpos de agua comenzaron a desaparecer y en el valle la pregunta de quién se queda con el agua sigue provocando tensiones y peleas entre los habitantes.
¿De dónde viene el agua? ¿Porque ya no llega?
En una de las conversaciones del seminario Valeria Souza nos dijo que para entender la historia del valle teníamos que seguir el camino del agua. El camino por el que Fernando nos llevó nos permitió acceder a la poza Escobedo, al nacimiento del Saca Salada, a las dunas de yeso, lugares a los que no todos tienen acceso, de nuevo la pregunta de ¿quién puede llegar al brote de esta agua?
Yo tomo un estromatolito de la poza y lo depositó en un frasco, tengo el permiso de Juan Carlos para llevar a ese ente a Saltillo, sólo los científicos y los activistas han tenido acceso a esta posibilidad, me pregunto ¿cómo es que el arte logró esta facultad?
Claudia y yo seguimos el camino del agua, nos preocupa averiguar cuáles son los orígenes de su existencia y los de su actual conflicto, pero yo no sé si hacemos las preguntas adecuadas, probablemente no, así como no utilizamos un método científico para la recabación de estas especies. Llevamos minerales, fósiles, plantas, algunos fragmentos de animales como un caparazón de tortuga, agua, sulfato de calcio, rocas y residuos, estos elementos hacen parte de una colección que a tientas intenta contactar con algunas respuestas para entender la historia de este milagro ambiental y su problema actual.
Dice Simel que el extranjero le permite a una comunidad comprender sus especificidades a partir de la comparación con ese otro, con eso desconocido, diferente. Nosotras, las artistas, las extranjeras, o las hijas que regresan a casa con otro cuerpo y otros ojos, venimos a regalarle al valle una mirada extraña.
¿Puede la extrañeza encontrar respuestas diferentes a este problema?
Fernando nos sigue hablando de sus propuestas para salvar el valle, él conoce muy bien a la comunidad, sabe lo que pueden y lo que no pueden hacer para solucionar la desecación, pero también sabe qué este problema es más grande que todos ellos, que es estructural, que tiene que ver con las formas con las que las instituciones funcionan y con el desahucio de las mismas, con su corrupción. Sabe que ni él ni nosotras somos salvadoras, más bien creemos que somos testigos, un testigo que es partícipe, cómplice, aliada.
Dona dice que somos acompañantes del problema, un acompañante es aquel que nos recuerda las preguntas qué hay que hacerse para no perderse, alguien que te abraza o te alienta, es alguien que te permite proyectarte, que abre el diálogo, que comparte el problema contigo.
Nosotras le regalamos al valle nuestra mirada extraña, nuestro asombro por encontrar agua en el desierto, nuestras preguntas y algunos de nuestros miedos. Nosotras también nos proyectamos en el valle, construimos paisajes en ese territorio, lo topoficcionamos, es decir que nos permitimos jugar con él a imaginar futuros o desentrañar el presente desde lo que nuestras posibilidades nos permiten.
Este es un regalo muy modesto, tal vez insignificante o de poca utilidad, sin embargo este regalo habilita otras formas de contactar con el territorio, las que nosotras conocemos, y muy probablemente este regalo sea inadecuado para enfrentar un problema como el que vive este lugar.
Aun así decidimos hacerle preguntas al valle, averiguamos y resolvimos dudas y curiosidades sobre su vida y sobre su probable muerte y venimos aquí a narrar lo que de él entendemos y experimentamos. Este será una historia contada desde el futuro, desde los miedos que despertaron al ver el presente, desde la sensación de que algo está a punto de desaparecer, porque estas sensaciones que atraviesan nuestros cuerpos al tocar la luz, el agua, el viento, nos traen desde la montaña algo así como una premonición, una pregunta ¿por qué encontramos agua en este lugar, cuál es su historia?
Textos María Cecilia Guelfi, Dirección Aristeo Mora, Producción Lola Bianchin / DIVERSAmx, Dramaturgista David Gutiérrez Castañeda, Performers Dona Wiseman, Claudia Gutiérrez, Claudia Luna Fuentes, Música Kenji Kishi Leopo, Video Roberto Cárdenas, Escenografía Lucia Ortiz Arellano, Dispositivos animistas Adriana Salazar, Reliquias encapsuladas Claudia Luna Fuentes, Gráfico Fernando Orozco, Web Ricardo Pérez Arce Herrera, Editorial Adriana Camarena, Asistencia de producción Sylvia Vilchis, Comunicación Andrea Galindo.
Este proyecto es una coproducción de: FONCA Jóvenes creadores, Festival El Aleph UNAM, Secretaría de Cultura de Coahuila, Gobierno Municipal de Cuatro Ciénegas, Coahuila a través de Turismo y Fomento Económico, Secretaría de Medio Ambiente Coahuila y Universidad Autónoma de Coahuila a través de la Coordinación General de Difusión y Patrimonio Cultural, la Dirección de Investigación y Postgrado, Centro de Investigación y Jardín Etnobiológico y el Centro de Investigación para la Conservación de la Biodiversidad y Ecología de Coahuila.